Rumbo a una auténtica Central Obrera
Por una nueva organización de los trabajadores
Pablo González Casanova
Asistentes al foro realizado en la Universidad Obrera de
México, durante el discurso de Pablo González CasanovaFoto
Francisco Olvera
El líder del SME, Martín Esparza, con el ex rector Pablo
González CasanovaFoto Francisco Olvera
A la actual crisis financiera se suma la ecológica
En México dicha situación comienza desde los años 60
Se fomenta el individualismo en la sociedad y la ruptura de
lazos
La unión del sector laboral y el pueblo, camino a la
solución
La situación del mundo y del país muestran claras tendencias a
agravarse. A la crisis financiera y económica que pesa sobre la inmensa mayoría
de la humanidad, se añade la grave crisis ecológica que amenaza a toda la
humanidad. Se trata de algo más que la crisis del modelo neoliberal que el
capitalismo corporativo impuso tras el golpe de Pinochet en Chile y con los
gobiernos conservadores de la Thatcher en Inglaterra y de Reagan en Estados
Unidos.
En México la crisis se ha venido preparando desde que las políticas
monetaristas empezaron a aplicarse en los años sesenta dando lugar al movimiento
de los médicos, y al de los estudiantes y del pueblo en 1968, así como a la
insurgencia obrera de los setentas y a numerosos intentos nacionales de
resistencia a los procesos de restauración del capitalismo asociado y
dependiente.
La crisis se fue preparando con medidas cada vez más contrarias al interés
nacional, a los trabajadores, a los campesinos y los ciudadanos. Desde los años
setenta hasta hoy, el endeudamiento externo creció sin precedente. En los años
ochenta se volvieron a privatizar los bancos que eran fuente de altas tasas de
utilidades y de inmensos ingresos para la nación. Desde entonces se empezaron a
aplicar cada vez más las medidas neoliberales y neoconservadoras que favorecen
al capital corporativo en detrimento de la nación. En forma sucesiva se reformó
la Constitución para acelerar el proceso de contra-rreforma agraria. Se acentuó
el desmantelamiento del Instituto Mexicano del Petróleo y, cada vez más, el de
la industria petrolera y sus derivados. Se descuidó y obstruyó la construcción
de las infraestructuras para el desarrollo agrícola y la soberanía alimentaria.
Se orientó el uso de los préstamos extranjeros a la compra de alimentos chatarra
y de armas y municiones, resolviendo los problemas de sobreproducción de los
prestamistas y estableciendo con ellos convenios en que quedaba a su arbitrio la
fijación de las tasas de interés. Esas medidas y numerosos tratados o acuerdos
como el ALCA, el Plan Mérida y sus derivados constituyeron a la vez fuertes
sangrías para el pueblo mexicano y sus trabajadores y dieron pie a varios
procesos simultáneos: la depauperación de la inmensa mayoría de la población
mexicana; la baja de salarios directos e indirectos; el peso principal de la
carga fiscal en la población de menores ingresos, la reorientación del
presupuesto de egresos en favor del capital corporativo y sus asociados; la
disminución y deterioro de los empleos y de los servicios médicos, educativos,
de salud pública, y de construcción de viviendas.
La privatización creciente de las actividades públicas –como el petróleo, la
electricidad, y ahora las prisiones– y su metamorfosis en actividades lucrativas
se combinó con el uso creciente de la represión y la corrupción, y con el
control de la población, de los trabajadores, de los desempleados, de los
jóvenes y sus movimientos legales y pacíficos con agentes abiertos y
encubiertos, así como con militares a los que se empezó a entrenar para la lucha
contra sus pueblos y a los que se dieron órdenes de preparar a paramilitares,
medidas ambas, como las anteriores, en abierta violación al régimen legal y a la
Constitución de la República.
En el conjunto del país se llevó a cabo un desmantelamiento sistemático de
los derechos constitucionales y de las garantías individuales y sociales que el
pueblo mexicano había logrado en una Revolución como la de l910-17 en la que
perdieron la vida más de un millón de habitantes.
A la depredación y empobrecimiento creciente del país en beneficio de las
corporaciones y sus asociados se añadieron crecientes ofensivas en el orden
político, cultural y educativo que acentuaron las diferencias entre el país real
y el país formal; que criminalizaron las críticas y oposiciones de los de abajo,
que acentuaron la política de discriminación y depredación de las comunidades
indígenas y no indígenas de campesinos pobres; que asesinaron a miles de
trabajadores expulsados de sus tierras y de sus trabajos, y que buscaban desde
México, y desde los hermanos países de Centroamérica cruzar el inmenso muro que
separa a las poblaciones de México y Estados Unidos para ver si allá encontraban
el trabajo que en sus países habían perdido con sus tierras y sus casas.
La ofensiva también se dio contra los sindicatos industriales, agrícolas y de
servicios, y afectó en especial a la gente más joven que no tiene ni casa, ni
empleo, ni universidad, ni escuela, y con un múltiple daño silencioso a la
población de ancianos que perdieron sus seguros de vida y ahorros para el
retiro, pues de sus montos se encargaron las empresas financieras especulativas.
En cuanto a la población de edad intermedia, a la violación de facto de sus
derechos laborales y sociales, se añadió una presión constante y creciente por
acabar con esos derechos tanto en la Constitución de la República como en las
leyes que derivan de ella. Una campaña realizada a través de todos los medios no
sólo tendió a culpabilizar de los daños a las víctimas –fueran obreros,
campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes y viejos– sino que los sometió a
imágenes televisivas e impresas que tienen como objetivo el que pierdan la
autoestima, el que olviden los hechos heroicos de los pueblos originarios y de
los movimientos de Independencia, de Reforma y Revolución. Para eso no sólo se
reformaron los libros de texto –borrando nuestra historia prehispánica y a los
héroes del pueblo– sino que se privilegiaron en diarios, semanarios, y programas
de radio y televisión las fiestas, amabilidades, bondades y sonrisas de
los mexicanos bien, mientras el pueblo aparecía y desaparecía como un conjunto de débiles mentales y de payasos, cuyas necedades y torpezas mueven a risa y justifican ante ellos mismos su lamentable condición y
fundadapérdida de la autoestima.
La múltiple ofensiva se enriqueció con una guerra virtual contra el
narcotráfico que ya cobró más de 50 mil víctimas, mientras siguen fluyendo los
miles de millones de dólares sin que se descubra a sus beneficiarios. Entre los
objetivos de la narcoguerra destaca la pérdida de sentido de la lucha y
de la vida entre numerosos jóvenes que son reclutados por las buenas o por las
malas y que se embarcan en batallas por pequeños territorios que defienden o
hacen suyo, como en los videojuegos de
Los pollosy muchos más en que se dan divertidas y crueles luchas por diminutos espacios, juegos que se combinan con la creciente intervención de las agencias estadunidenses en el auxilio al gobierno mexicano y en las funciones que este debería desempeñar, controlando el blanqueo de dinero y el contrabando de armas, tareas que sin duda le sería más fácil controlar si no hubiera entregado, con los servicios de inteligencia, los bancos y las aduanas.
Termino este recuento incompleto señalando cómo se ha fomentado la ruptura de
los lazos familiares y sociales, el individualismo en la sociedad y el
oportunismo en la política, así como alentando el ideal neoconservador de
el fin de las ideologías, que vacía de contenido a la democracia electoral y política de sus objetivos centrales de propuesta y lucha por políticas sociales y nacionales alternativas, reduciéndola a una triste contienda entre los miembros de cada partido por ser nombrados a puestos de
elección popularpor partidos que obedecen a la lógica de
lo menos maloen condiciones cada vez peores para el pueblo, los trabajadores de la nación. Todas estas circunstancias y otras más le plantean a los trabajadores, a los pueblos y a los ciudadanos de México y el mundo la necesidad de reformular sus luchas y de restructurar sus organizaciones para fortalecer su capacidad defensiva y para aumentar su innegable capacidad de construir otro mundo posible menos autodestructivo, menos opresivo e injusto, tarea para la que existen todas las posibilidades humanas y naturales de triunfar, y para la que la humanidad cuenta con todos los conocimientos, experiencias y técnicas que permiten lograr ese objetivo.
Al plantear los caminos de solución, en las condiciones que vivimos,
necesitamos respetar a los integrantes de la central en su pleno derecho a
participar o no en la política de los partidos como sindicatos o como
ciudadanos. Al mismo tiempo la central buscará como objetivo la unidad de los
trabajadores, los pueblos y los ciudadanos con plena independencia de los
partidos. La unidad en la diversidad de los trabajadores se propondrá impedir
que las luchas de partidos o las diferencias religiosas, culturales, regionales
o raciales dividan a los trabajadores de la central y disminuyan su capacidad de
constituir un centro de organización de la clase obrera unida con los
movimientos sociales en lucha contra el capitalismo corporativo y contra el
modelo neoliberal, y por una civilización en que la barbarie del capitalismo sea
sustituida por una democracia de veras en la que pueblos y trabajadores, como
comunidades y como ciudadanos, participen en la toma de decisiones para la
creación de otro mundo posible y necesario en que el vivir bien de unos no
dependa del vivir mal de otros y en que con la justicia social se alcance la
libertad.
Lograr esos objetivos implica luchar por otros más cuya práctica es inminente
y entre los que se encuentran: 1. Rescatar las grandes luchas de los pueblos y
los trabajadores mexicanos y en especial de los discriminados, excluidos y
desregulados de nuestro país y del mundo, 2. Defender las garantías y derechos
constitucionales y tomar la Constitución de 1917 sin las reformas neoliberales
como base para las nuevas luchas revolucionarias, como siempre ha ocurrido en la
historia de México. 3. Exigir e imponer en las demandas inmediatas la aplicación
de la Ley Federal del Trabajo y del contrato colectivo y otras normas más que el
actual gobierno está sistemáticamente violando o pretende que desaparezcan. 3.
Luchar por la soberanía nacional y por la organización de los mexicanos para que
ejerzan el supremo derecho que reside en ellos, cada vez más atacado por los
entreguistas de viejo y nuevo cuño 4. Luchar contra la criminalización de los
movimientos sociales. 5. Luchar contra la cultura del individualismo y el
oportunismo que se está fomentando por todos los medios y con los métodos de
evaluación y exclusión que tienden a hacer pensar a la víctima que es la
culpable. 6. Luchar por los derechos de los pueblos indios y para que se cumplan
los acuerdos de San Andrés. 7. Promover la organización y articulación de los
trabajadores industriales, agrícolas y de servicios. 8. Promover la unión de los
trabajadores organizados y no organizados, la unión de los trabajadores manuales
e intelectuales, la unión de los trabajadores de los sectores medios y los
excluidos, los desregulados o los discriminados. 9. Promover con ellos grupos y
colectivos de enlace que construyan el tejido social de las comunicaciones, las
informaciones, los intercambios y las organizaciones presenciales y a distancia,
10. Incrementar los periódicos y publicaciones no sólo impresos sino los que
utilizan los medios electrónicos como medios de organización-información-acción,
diálogo-debate-consenso- 11. Promover campañas de alfabetización política para
la toma de decisiones y para la práctica de las técnicas de aprender a aprender
y a leer, y cambiar no sólo los textos sino el mundo, y a construir y crear
textos y mundos alternativos, l2. Promover las universidades y escuelas de la
Tierra y en ellas la cultura humanística, científica, artística, y el
conocimiento de los oficios y profesiones que necesitan los pueblos y las zonas
urbanas marginadas de trabajadores y proletarios, de desregulados y excluidos,
de discriminados y despojados. 13. A este respecto, organizar los sistemas de
defensa de los trabajadores, los pueblos y los ciudadanos frente a los
depredadores y las mafias que están empeñados en someterlos, corromperlos,
enviciarlos, esclavizarlos y en acabar con el sindicalismo democrático, con las
uniones de los campesinos, con sus medios y fuentes de trabajo y de vida. 14.
Promover la articulación de los trabajadores con los estudiantes y los jóvenes
en acciones conjuntas que incrementen la cultura solidaria y cooperativa y la
capacidad de comunicación y acción. 15. Buscar en los programas de los
sindicatos y movimientos más avanzados de México, América Latina y el mundo los
puntos de coincidencia para plantear la lucha y la articulación de los
colectivosdesde lo local hasta lo mundial, a sabiendas de que la misma lucha, entre simpatías y diferencias de regiones y sectores es y será una lucha mundial.16. Replantear la lucha ideológica con base en un creciente dominio del pensamiento crítico y alternativo y de la cultura del diálogo y el debate que en nuestros pueblos alcanza niveles cada vez más altos de comprensión y acción. 17. Fortalecer y hacer efectiva la lucha por la moral y la firmeza como verdaderas armas, para el triunfo frente a una política que desde Teodoro Roosevelt se propone dominar al mundo con
la zanahoria y el garrote, con la corrupción y con la represión. Hablar de moral y de firmeza, de dignidad y de entereza como armas contra la corrupción que tantas víctimas y estragos hace, y que está asociada a la cultura de la represión y el terror, de la cosificación y deshumanización
de los pobres de la tierra y quienes echan su suerte con ellos.
Si el capital corporativo ha colocado la pérdida de los derechos sociales,
nacionales, laborales y humanos en el campo de lo no negociable, el frente del
pueblo que se organice en torno a la central de trabajadores, que hoy promueven
sindicatos que ni se rinden ni se venden, como el heroico Sindicato Mexicano de
Electricistas y muchos más, ese frente en gestación alcanzará, con los
trabajadores manuales e intelectuales del campo y la ciudad, de la educación, de
la salud, de la construcción y los servicios, así como con las comunidades de
los pueblos indios y no indios, con la juventud y con los estudiantes, con los
periodistas, locutores, actores, escritores, realizadores que luchan en los
espacios tradicionales y cibernéticos, ese gran frente de todos y con todos
alcanzará la victoria de un socialismo con democracia, y de una democracia con socialismo, con justicia y con libertad.
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